El conocimiento de uno mismo siempre empieza con la pregunta ¿quién soy?, y rápidamente tu mente empieza a rebuscar en el fondo de sus cajones para encontrar una respuesta satisfactoria. Aquello para lo que el ser humano no está preparado.
Todos nos hacemos la misma pregunta, aunque a algunos les preocupa más que a otros. ¿Te defines por tu trabajo, tu familia, tus amigos o por tus aficiones?
Sin embargo, parece que todo el mundo sabe la respuesta a tu pregunta pero no tienen palabras para la propia. Te definen con adjetivos y lo acompañan con características y manías. Hacen un retrato robot de tu alma, o mejor dicho, de tu ser.
Cada marca, cada grupo tiene un ser tipo. Personas que definen el grupo aunque posean características diferentes entre ellos, pero tienen el “duende” en común.
Hay veces en que las palabras se quedan vacías y no llegan a decir nada. Pero la palabra duende, tal y como la entienden los artistas, se adecua perfectamente al ser a-couple. No hace falta que seas un genio de la música o las artes, simplemente debes tener una magia especial que rodea a las personas cuando hacen lo que les apasiona, cuando son felices recorriendo el camino.
Deben ser fuertes y débiles a la vez, tener paciencia y querer comerse la vida de un bocado, sentir alegría por una gota de lluvia y entristecerse cuando el mundo se vuelve gris. Buscar la independencia sin aislarse, viajar sin olvidar su procedencia. Entender que la complicación y la dualidad forman parte de ellos y los hace únicos.
El ser a-couple es aquel que no teme al fracaso, porque sabe que a lo largo del camino lo que cuenta es aprender a conocerse a uno mismo.
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