¿Nos estamos volviendo demasiado racionales? ¿Cuándo la importancia de una sensación nos dejó llevar por última vez? La cabeza se está volviendo uno de los órganos más importantes de nuestra vida, todo lo decide, nada le distrae de su objetivo y la vida se vuelve más insípida, sin una pizca de emoción.
Compramos por necesidad, trabajamos sin rechistar, nos convertimos en esclavos sociales y cada vez nuestra libertad se reduce más i más, hasta guardarse en una caja de zapatos debajo de la cama.
Con el calor y la presentación de las nuevas colecciones que estos días los jóvenes diseñadores han presentado en The Brandery y 080 salen de la caja las sensaciones. Ya nada es igual, nuestro cerebro va callando, deja de insistir y el suave roce de una prenda, el olor de una persona, la mirada de alguien que nos quiere, se vuelven en acciones difíciles de ignorar y nos dejamos llevar, liberamos a nuestro subconsciente de la duermevela habitual.
Puede que en otoño la razón vuelva a nosotros con tal fuerza que no nos acordemos de estos suaves meses de verano, pero de momento aprovechemos este agradable cosquilleo.
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