En un momento dado todo estalló y la verdad se mostró.
La sensación de vivir un gran momento, que a veces se nos revela, y otras se comprende minutos después de haberlo vivido, ocurre últimamente tan a menudo que no somos capaces de apreciar el valor de estos.
Cuando varias estrellas o personalidades con duende se juntan acaba ocasionando un estruendo demasiado brillante y exagerado, donde muchas anécdotas se pierden y solo sobreviven aquellos que han sabido mantenerse en sus altos zapatos durante la eclosión.
La entrevista que Jean Paul Gaultier le hizo a miss Gaga fue algo parecido. Tenías la sensación de que iban a saltar chispas, pero el savoir faire del parisino dejo un gusto amargo a una entrevista que se preveía íntima y poco convencional.
Los dos ataviados con sus rarísimas galas y la promoción en forma de un cura y una monja en actitud rebelde dejaban al espectador la necesidad de perversión en forma de pregunta y respuesta.
Todos sabemos que un libro no solo es su portada, pero sin embargo, es un factor fundamental en la compra. La moda permite ilustrar cada detalle de la personalidad. Sin embargo, una entrevista – documental tiene que envolver cada fotograma de un misterio y al juntarse en la sala de edición cada una de las palabras debería ser una pequeña parte de un plan cuyo fin fuera desvelar a los pequeños monstruos algo más allá de lo meramente superficial.
Pero hay veces que las expectativas quedan reducidas a una pequeña llama que va quemando poco a poco el resto del programa, y las tórridas respuestas que buscaba el espectador se intuyen antes que las preguntas del creador. Y entonces te das cuenta que los grandes momentos siguen siendo pocos.
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